domingo, 3 de abril de 2011

Los Niños de Neaugará




Tenoch vivía en una gran comarca que se había fundado al rededor de un gran lago llamado "Neaugará". La comarca era autosostenible, los habitantes no salían de ella para satisfacer ninguna necesidad. Pero estaba regida por normas muy siniestras y severas.
Tenoch tenía solo once años y gozaba de las comodidades de la clase social más alta. Sin embargo, esa clase social era muy selecta y entre las familias de esa clase, él era único niño de esa edad. Lo que hacía Tenoch para distraerse, era caminar al rededor del gran lago. Le gustaba ver a la gente, lo que hacía, lo que decía, como vestía, comía, etc, pero veces se preguntaba que porqué no había muchos niños.
Una noche, no muy tarde, mientras veía su reflejo en el lago, vio en el fondo una silueta luminosa y escuchó una voz que cantaba una canción. La voz cada vez se escuchaba más. Tenoch se asustó e intentó echarse hacia atrás, pero en ese momento un brazo femenino muy arrugado y largo surgió del agua y lo tomó por la muñeca jalándolo al fondo del lago.

Tenoch se ahogaba y pataleaba desesperado, solo veía como poco a poco se iba alejando de la superficie. En eso, otra mano lo sujetó y lo jaló en dirección contraria de donde lo llevaba la mujer.
Esa otra mano era de una niña, la cual le puso un respirador muy extraño como el que ella tenía, alejándolo de la otra mujer con aspecto brujesco a la que sus cabellos se le movían misteriosamente con el agua.

Esta niña lo llevó a una pequeña cueva ubicada en una pared, parecía no tener agua. Tenoch estaba muy asustado y se quitó el respirador y se escondió en un rincon oscuro. Ella se acercó lentamente y lo tocó.

— Me llamo Ruth y quiero sacarte de aquí antes de que no puedas salir —dijo la niña tomando la mano de Tenoch
— Este es el fondo del Neaugará, por fuera se ve un lindo lago e indefenso, lleno de recursos para ser explotados por los adultos —continuó hablando Ruth —pero aquí dentro, todo es gobernado por la bruja "Basia" —terminó pronunciando el nombre de la bruja tragando saliva, como quien aguanta un coraje
— ¿Bruja? —preguntó Tenoch
— Así le dicen los niños —respondió Ruth quitando su mano de la de Tenoch y abrasándose a sí misma
— ¿Que niños?
— Los niños, los de abajo
— ¿y como llegaron aquí?
— Los adultos nos trajeron. Cuando somos niños más pequeños, nos dejan caer al lago, desnudos y envueltos con respiradores — comenzó a relatar Ruth mientras se ponía de pie viendo a la oscuridad del lago — Aún recuerdo cuando me sumergieron, me comenzaron a quitar la ropa, yo no sabía para que. Después, me colocaron un respirador como el que traemos y veía a otros niños, aún recuerdo su rostro, su mirada, estabamos aterrados.
A Tenoch comenzaba a darle escalofrío
— Ellos creen que al hacer eso, nosotros crecemos bien aquí abajo, piensan que como gracias al lago ellos tienen recursos, hundiéndonos a nosotros creceremos y nos desarrollaremos sin problemas, pues ellos piensan que aquí abajo hay de todo sin necesidad de pulir las materias como ellos lo hacen allá arriba. Por eso allá arriba, a pesar de las carencias que tiene la gente, la ciudad es muy desarrollada, pues al no haber niños, no hay problemas — terminó Ruth viendo a los ojos a Tenoch.
— ¿Quieres decir que aquí abajo hay otra ciudad?
— Si, pero solo podemos dejarla cuando somos adultos, cuando ya no le servimos
— ¿A quien y para que?
— ¡a Basia! somos sus esclavos, ella era solo una estrega fracasada
— ¿una es...que?
— ¡estrega!, una hechicera que hacía pócimas y encantamientos para la gente ciega, les juraba que les iba a devolver la vista, ellos le creían, pero obviamente no tenía el poder. Eran ciegos. Al ver que no les hacía efecto la arrojaron al lago, la condenaron con un respirador permanente. Sin embargo, eso ocurrió hace siglos y no se como surgió la idea después de arrojar niños al agua.
— ¿Y porque solo niños?
— Ella aprovecha nuestra imaginación para construir sus ambiciosos proyectos de arquitectura e ingeniería, es descabellado.
— ¡Increíble! quiero ir
— ¡No! — exclamó Ruth de inmediato
— ¿porque no?
— Por que si no sales ahora, jamás lo harás mientras seas un niño
— ¡no me importa!, solo quiero ver esa ciudad —exclamó Tenoch, en seguida se puso el respirador y nadó hacia abajo. Ruth lo siguió intentando detenerlo.



Cuando llegó al fondo, lo primero que vio fue una gran puerta de hierro. Al acercarse se abrió y lo que vio fue sorprendente, único, escalofriante, frívolo. Había muchas torres sosteniendo jardines, los cuales, al mismo tiempo colgaban de los brazos de muchos niños que estaban sujetados unos con otros por la muñeca con cadenas. Había muchos palacios con cientos de ventanas y balcones. Los niños cargaban piedras y materiales y esculpían grandes esculturas de animales acuáticos.
- ¡esto es mejor que la ciudad de allá arriba! - exclamó Tenoch y entonces, todos se quedaron quietos y de la torre más alta, salió Basia y salió a toda prisa hacia Tenoch. Ruth le gritó que nadara a la superficie mientras la puerta no se cerrara y así lo hizo, pero Basia era más rápida y hacía un ruido terrible como el de un gato maullando.
Tenoch ya casi no podía respirar y se tocó el pecho con su mano izquierda y con la derecha toco la puerta y un latido hizo que la puerta se cayera y Tenoch entonces pudo salir de la ciudad y en ese momento todo se comenzó a derrumbar enterrando a la bruja bajo sus propias ambiciones.
Tenoch entonces comenzó a flotar a la superficie y todos querían hacer lo mismo, querían salir flotando y todos querían tocar a Tenoch para flotar también. Y así lo hicieron. Llegaron a la superficie y allá arriba ya no se hundían, solo flotaban.
Se quitaron sus respiradores y salieron del lago y de la ciudad. Los adultos solo se quedaban viendo, quietos, indiferentes.
Unos dicen que los niños fundaron un nuevo poblado en el desierto, que otros en la cima de una montaña hicieron sus ciudades, pero que jamás volvieron a la gran comarca.

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